Esta web se inauguró el 2 de octubre 2020 إفتتح هذا الموقع في 2 أكتوبر Apreciado lector: En esta portada, además de los títulos de sus contenidos, desplegados en sendas columnas, una en árabe y otra en castellano, a la izquierda y a la derecha de su pantalla, encuentras también, desplegados en en el centro de la misma, los últimos textos añadidods a arabehispano.net. Estos textos, como el resto de los contenidos de la web, tienen acceso directo también a través de las 9 entradas que encabezan esta portada, encima de la estrecha banda azul clara. عزيزي القارئ: في هذه الصفحة الرئيسية تجد كافة عناوين المواد المنشورة هنا في الموقع العربي الإسباني في عمودين على اليمين بالإسبانية وعلى اليسار بالعربية، ويمكنك أيضا الدخول إليها جميعا، عبر المداخل التسعة الموجودة في رأس هذه الصفحة، فوق الشريط الأزرق الفاتح. كما تحتوي هذه الصفحة، بين العمودين، على آخر النصوص المضافة إلى الموقع، مفتوحة وجاهزة للقراءة - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 14 febrero 2021 LA MUCHACHA DE LIVERPOOL (relato) Saiid Alami (Traducido del árabe por el autor) Liverpool, 5 julio 1969 Querido amigo Es verdad que no nos vemos desde hace tres años y que no te he escrito carta alguna durante todo este tiempo en respuesta a las muchas cartas que recibí de ti. Pero, espero que me disculpes y que esperes a terminar de leer esta carta, pues en ella encontrarás el motivo por el que me abstuve de escribirte a lo largo de este período. Permíteme retroceder contigo en el tiempo al verano de 1966, concretamente a un día de agosto. Aquel día contemplaba yo el mágico paisaje que forma la desembocadura del río Mersey en el mar de Irlanda, en la ciudad de Liverpool. Intensificaba aun más el encanto del paisaje aquella quietud que envolvía el lugar en un momento en que el disco del sol aún no se había formado del todo en el horizonte, aunque su luz teñía las cosas con un tinte rojizo. No me olvido de aquella sensación de paz que me embargaba mientras contemplaba las blancas gaviotas volando sobre la superficie del agua y aquel enorme transbordador que se balanceaba sobre ella, llevando a los trabajadores del puerto de una orilla del río a otra, mientras que el monótono traqueteo de su motor vertía en mis oídos una música nostálgica. Estaba seguro de que aquel paisaje tenía mucho más encanto del que mis sentidos podían captar en aquél momento, pues era aquella la primera vez que lo contemplaba, y las cosas, por muy bellas que nos parezcan en el primer momento, su belleza se multiplica en nuestra vista si volvemos a contemplarlas en otras ocasiones. No podía imaginar en aquellos momentos que el fluir de las aguas del Mersey ante mí, con aquella suavidad y mansedumbre, iba a ser el preludio de la felicidad que envolvería mi vida durante un tiempo, a partir de aquél día. Sin embargo, recuerdo perfectamente cómo me asaltaba un temor, cuyo origen ignoraba, cuando miraba las aguas del mar que se extendían a mi izquierda hasta el infinito, lo que me hacía retroceder la vista hacia el manso estuario para recobrar la dulzura de aquellos apacibles momentos en los que parecía que el tiempo bajaba su espada, esa que no deja de esgrimir contra mis semejantes de entre los seres humanos desarmados, a cada hora de sus vidas. Continué entregado a aquella contemplación durante un buen rato, pues todo lo que se extendía a mí alrededor... incluso el gran puerto y las colosales fábricas... me hizo olvidar por completo la fatiga del viaje. No había pasado aún una hora desde mi llegada a Liverpool, sin embargo, antes de buscar un hotel donde alojarme, no quería desperdiciar la oportunidad de contemplar el amanecer, siendo este un espectáculo que yo busco donde sea que me instale. Miré a mi alrededor buscando un lugar donde poder sentarme para ahuyentar la fatiga que empezaba a asaltarme nuevamente. Sin embargo, una llovizna empezó a caer con ternura sobre el puerto, mojando el banco en la que me apoyaba en aquellos momentos y haciendo lo mismo con las sillas que estaban desperdigadas en la explanada que se extendía detrás de mí. Al sentir el frío de la mañana calando mis huesos, no encontré otro remedio que dirigirme al café que, acurrucado en el extremo de la explanada, despedía pálidas luces. Miré con detenimiento a través del cristal de la fachada del café antes de acceder a su interior, pero el denso vapor que empañaba el cristal por dentro me impedía ver lo que sucedía en el interior del local. Mientras empujaba la puerta del café pensé en lo insólito que es este mundo, ya que en el día anterior el calor de El Cairo a punto estaba de asfixiarme. Era como si en pocas horas me hubiera trasladado de un planeta a otro. El establecimiento bullía de clientes de entre los obreros y funcionarios del puerto, que a aquella hora tomaban su desayuno antes de iniciar el trabajo, intentando con sus risas y parloteos rechazar a las últimas huestes del sopor que continuaba visibles en sus blancos y sonrojados rostros. Y al igual que en las películas de vaqueros, que aprendimos en nuestra infancia al tiempo que aprendíamos los textos escolares –con la sencilla diferencia de que nos hemos olvidado de aquellas lecciones y no nos hemos olvidado de aquellas películas, ni de centenares más después de ellas que nos inoculaban los americanos–, todas las miradas se clavaron en mí mientras entraba por la puerta de la cafetería, pues, sin lugar a duda, mi cara les resultó extraña. Desde el primer momento percibí que todos aquellos hombres y mujeres solían desayunar en aquella cafetería y que mi presencia allí, a tan temprana hora de la mañana había provocado su curiosidad, especialmente por mi cara, que como tú sabes muy bien, amigo mío, es una cara típicamente árabe, fácil de identificar su origen. Por un momento, me asaltó una intensa turbación al sentir sus miradas precipitarse sobre mí, interrogantes, cuando de repente me encontré dándoles los buenos días y apresurándome hacia una mesa libre. Apenas me había sentado a la mesa, la algarabía y las risas volvieron a su estado inicial, al tiempo que yo pedía un té a la atractiva camarera. Paulatinamente, me abandonó aquella sensación de desconcierto que me había asaltado en la puerta de la cafetería, empezando a sentirme como uno más del grupo que se resguardaba al calor de aquella cafetería del intenso frío de la mañana que se bamboleaba tras el cristal empañado de vaho. La camarera me trajo el té, con una sonrisa de bienvenida sobre sus labios, lo que irradiaba tranquilidad en mi corazón. Empecé a mirar a mi alrededor examinando, uno por uno, aquellos rostros que, juntos, minutos antes, habían causado mi turbación. Entonces la vi. La hallé. Estaba sentada sola, en una mesa frente a mí. Una chica en la flor de la vida cuya belleza se apoderó de mi mente. Apenas puse mis ojos sobre ella, me sonrió amablemente haciéndome comprender que se había dado cuenta de la causa de mi turbación momentos antes. Correspondí a su sonrisa, mientras nuestros ojos se separaban y se volvían a encontrar una y otra vez, al tiempo que sentía un deseo imperioso de trasladarme a su mesa, pero yo era, tal como me conoces, tímido por naturaleza. Pero, a pesar de esa horrenda sensación de timidez, en la que fue educada mi generación de hombres en nuestro Oriente árabe, en cuanto al trato con la mujer, no pude más que levantarme de mi sitio y trasladarme a su mesa, transportado sobre lo tierno de sus miradas que volaban hacia mí con las alas de la dulce sonrisa que en silencio no dejaba de llamarme y de darme a entender que sería bien recibido a su lado. Y sin que la sonrisa abandonara sus labios, se apresuró a decir, mientras yo tomaba asiento frente a ella: - Somos un pueblo hospitalario, así que no haga una interpretación negativa del recibimiento que te han dispensado hace un momento. Lo que ocurre es que raramente entra una persona extraña en esta cafetería a esta hora de la mañana. Me hablaba como si me conociera desde hacía años o como si retomara de nuevo el hilo de una conversación que hubiéramos interrumpido minutos antes. Entonces me apresuré a decir, mientras nuestros ojos mantenían un diálogo de otra clase: - No te preocupes. El viajero ve cosas aun mucho más extrañas. Después de una leve pausa, seguí diciendo, empezando ya a balbucir, y señalando con mi mano hacia fuera: - Parece que el frío está siempre presente aquí, pues estamos a mediados del verano y aun así... Me interrumpió diciendo en un tono cargado de toda la tranquilidad y calor del mundo: - Sin embargo, aquí el frío del verano es una cosa y el del invierno otra muy distinta. Además, no olvides que aun estamos en las horas tempranas de la mañana y que cuando avance el día será más tibio y quizás caluroso. Créeme. Dijo la última palabra efusivamente, como quien defiende algo suyo delante de una persona que considera suya. Sin embargo, nuestras miradas seguían fundiéndose en el crisol de otra conversación cuyo calor pronto hizo callar las dos lenguas durante un buen rato, hasta que hablé yo comentando su última frase, con una voz temblorosa, cargando mis palabras de un poco del enorme peso que mis miradas ya no podían soportar por más tiempo. - Es verdad que aún estamos en las primeras horas de la mañana, y ante sus primeras luces, pero es una preciosa mañana que quisiera que no se acabe nunca, aunque estoy seguro de que el anhelado calor llegará al avanzar las horas del día. No me respondió inmediatamente, sino que me miró en silencio, volviendo a sonreír, mientras yo seguía mirándola, muy seguro de que había comprendido lo que quise decir. Luego dijo, con una voz que había perdido algo de su firmeza inicial, pasando a tener temblor y timidez: - Así lo espero, y confío en que no tenga una desilusión. El silencio nos envolvió de nuevo, pero nuestras miradas, que a veces eran indecisas y otras eran francas, soportaban la carga de todos los significados que en aquellos momentos temíamos confesar. Contemplé el azul de sus ojos, la blancura de su cutis y el dorado de su abundante cabello que caía a ambos lados de su cara hasta los hombros, lo que la turbó y hizo que mirara a sus alrededor para evitar así esas miradas mías. Pasados unos momentos, le pregunté por su nombre, alargándose nuestra conversación tanto hasta que nos dimos cuenta de que eramos los únicos clientes que permanecíamos en la cafetería y que la atractiva camarera nos miraba con una sonrisa significativa como si con ella nos estuviera dando su bendición viéndonos tan ausentes del mundo. ¿Recuerdas amigo mío como te desaprobaba yo siempre cuando me decías que el amor absoluto o se es desde la primera mirada o no lo es nunca? Entonces me asegurabas, siendo tú el poeta enterado desde tu más tierna infancia de los misterios del amor, que si el amor naciera después de la primera mirada estaría entonces condenado a ser un amor más, que nunca se verá elevado al nivel del amor absoluto. Y me describías el amor absoluto diciendo que es aquél amor que no tiene explicación alguna, que no está basado en ninguna lógica y que no persigue ningún objetivo determinado, como suele ocurrir en el amor normal, porque el amor absoluto en sí es la explicación, la lógica y el objetivo, todo eso a la vez. Y añadías entonces, sabio amigo mío, que el amor absoluto es una clase de amor de muy rara existencia, que no tiene la felicidad de hallarlo salvo aquellos que tienen escrito que alcancen la felicidad terrenal, entera, sin que la falte detalle alguno. Sí, yo insistía entonces en desaprobar todo esto que decías y en acusarte de ser un romántico exagerado. Hasta que se produjo mi encuentro con ella y me percaté, al momento, de que soy uno de esos afortunados, y que aquello que tu denominabas “el amor absoluto” se había prendido en mi corazón, incluso antes de haber acabado la primera mirada. Sin embargo, mi intención al escribirte esta carta es hablarte de mis penas, así que dejémonos de aquellos dulces días que pasé junto a ella, en los que empecé a amar la vida y el mundo entero, y empecé a ver en las cosas colores alegres que nunca antes me había percatado de su existencia. El amor absoluto floreció en nuestros corazones a lo largo de aquellos días en los que ella se dedicó completamente a mí, después de haber pedido permiso en su trabajo. Recorrimos Liverpool hasta no dejar calle, parque, museo ni teatro en el que no hayamos entrado, mientras ella me explicaba con todo lujo de detalles sobre los lugares que ibamos visitando hasta que me puse al día en todos los asuntos de la ciudad, como si hubiera estado viviendo en ella desde hacía años. Prolongué mi estancia en aquel país todo lo que pude, pues la idea de alejarme de ella me atormentaba lo mismo que a ella. Pero no tenía más remedio que volver a El Cairo para terminar mis estudios, para lo cual sólo me quedaba un año lectivo. Durante aquellos días felices de mi vida conocí a sus padres y acordamos que volvería a Liverpool tan pronto como termine mi carrera para decidir sobre nuestro futuro. En cuanto a mi familia, puso el grito en el cielo cuando les puse al tanto de nuestro amor y nuestros planes para el futuro, apresurándose a enviarme cartas repletas de acusaciones y sermones. Regresé a El Cairo a finales de septiembre y me dediqué a estudiar con un entusiasmo y una euforia que nunca antes había experimentado, aun habiendo sido un brillante estudiante desde mi primer curso en medicina. Pasaron los días hasta formar nueve meses y sólo quedaban unos días para acabar los exámenes finales, empezando ya a ver mi licenciatura al alcance de la mano después de haber soñado con ese momento durante años. Empecé a hacerme grandes ilusiones sobre la felicidad que me esperaba en el reencuentro con la chica con quien había intercambiado decenas de cartas y conferencias telefónicas durante aquellos meses… la chica que ya no soportaba la vida sin ella. Pero sucedió que me desperté cierta mañana de un día que sigo maldiciendo, encontrando el cielo entenebrecido, la tierra en llamas y la gente como enloquecida de alegría. Sin embargo, las horas siguientes y los escasos días posteriores, convirtieron la alegría en amargura, la victoria que habíamos imaginado resultó ser una horrenda derrota, y resultó que mi nación entera se tornó una nación humillada de la que se reían todas las naciones de la Tierra. Y me vi en los días siguientes, anocheciendo y amaneciendo acosado por aviones criminales que no cesaban de volar sobre mi cabeza, maldiciéndome, insultándome y escupiéndome. Los combates seguían aun librándose en los territorios palestino-jordanos. Y allí, en Jerusalén, vivía toda mi familia…mi madre, mi padre, y mi único hermano junto a su mujer e su hijo de corta edad. Así que, me olvidé de los estudios, me olvidé del amor y de la esperanza, y ya no tenía otra preocupación que la de leer los periódicos, desde la primera hasta la última letra, sintonizar las emisoras de radio, no separándome de la radio ni un minuto. No tenía otra preocupación que la de procurar saber la verdad de lo que estaba pasando en el territorio palestino, después de que el Sinai y el Golán se hubieran dado definitivamente por perdidos. Unos días más tarde me llegó la noticia de la muerte de todos los miembros de mi familia…nadie de ellos se había salvado. Casi perdí la razón al verme privado de mis raíces, de cuajo, al haber perdido el resto de la patria a donde tenía la intención de regresar para vivir allí junto a mi familia, viéndome de repente sin patria y sin familia. Y ya no me importaba más si me convertía en médico o en mono, y ya no pensaba en otra cosa que no fuera mi patria, mi madre, mi padre, mi hermano y su familia, y en unos aviones criminales que volaban sobre mi cabeza maldiciéndome, insultándome y escupiéndome. Cuantas veces me había hecho ilusiones de ver felices a mis padres el día de mi graduación, un día que esperaron durante años. Desde aquellos días, el rostro de mi madre no se apartaba de mi mente, ni despierto ni dormido, no pudiendo creerme toda aquella catástrofe que se había precipitado tanto sobre mí como sobre mi nación. La guerra terminó y no tardé en tomar una decisión que me llevó a abandonar la desconsolada El Cairo para trasladarme a la huérfana Jordania, con la sangre hirviendo en mis venas y con una gran cólera anidando en mi corazón contra el mundo entero, y una determinación de luchar contra el enemigo hasta el último aliento. Y pasaron, amigo mío, varios meses en los que no tenía ocupación alguna salvo el entrenarme en el combate y en el manejo de las armas que tenía en mis manos, incitándome a la lucha y reclamándome venganza. Hasta que llegó un día en el que viví las horas más felices de mi vida…una felicidad que superaba con creces aquella que yo había creído que era la cúspide de la felicidad a la orilla del río Mersey. Permíteme que te lo cuente con algo de detalle. Por primera vez se me brindó la oportunidad de enfrentarme al enemigo cara a cara, cuando nos atacó con multitud de sus tropas en las primeras luces del alba, cruzando el río Jordán en formaciones de infantería, artillería y paracaidistas que fueron arrojados por sus helicópteros detrás de nuestras líneas. Cruzaron las aguas del Jordán en lo que parecía un alegre festival al que habían invitado a periodistas de distintos países de Europa y América del Norte para que fueran testigos presenciales y para que filmen con sus lentes como se iba a infringir el golpe definitivo a nuestro pueblo, aplastando a su resistencia, que era la única que había quedado de pie en la gran patria árabe. Y no exagero lo más mínimo, amigo mío, al decirte que en el pueblo de Al Karamah, que era el objetivo de ese ataque de aquel inmenso ejército, había solo unos trescientos de mis compañeros de armas, además de un reducido destacamento del ejército jordano. Y a pesar de ello, el ejército enemigo fue derrotado, perdiendo cientos de muertos y decenas de tanques y carros destruidos después de una batalla espeluznante que duró hasta la puesta del sol. En aquella batalla pude ver en nuestras filas tal raudal de valentía, heroísmo y voluntad de sacrificio que nunca había imaginado que pudieran existir en el alma humana. Vi como nuestros hombres se colocaban cinturones de explosivos y se arrojaban debajo de los tanques enemigos volándolos por los aires, y explotando ellos mismos, manchando con su sangre el rostro de una civilización occidental tiránica que no habla salvo el lenguaje de las armas. La mayor alegría de mi vida fue verles derrotados, recogiendo sus muertos y heridos, y retirándose con las manos vacías, habiéndose perdido el mito de ser un ejército invencible, que los árabes habían forjado ellos mismos a lo largo de veinte años de indecisión y negligencia. Sin embargo, amigo mío, no salí indemne de aquella histórica batalla y fui uno de las decenas de combatientes que fueron trasladados a hospitales para tratar sus heridas. Allí estuve por el espacio de dos meses recibiendo atención médica intensiva, para abandonar luego el hospital …pero con dos muletas y una sola pierna. Y ya no tenía nada más que hacer en las filas de la resistencia, por lo que regresé a El Cairo para acabar mis estudios. A mi regreso a la universidad encontré numerosas cartas de mi chica de Liverpool, a quien había dejado de escribir a lo largo de todo aquél tiempo que pasé en las filas de la resistencia, pese a lo mucho que la echaba de menos. Encontré que aún permanecía fiel a nuestro compromiso y que estaba profundamente angustiada por no tener noticias mías, al tiempo que se había enterado, al igual que el resto del mundo, de la catástrofe que había arrasado a mi país a mano de aquellos invasores criminales. También supe que ella había estado en El Cairo en mi ausencia, buscándome, pero nadie allí sabía mi dirección en Jordania. No me había olvidado de aquella suave mañana a la orilla del Mersey, y desde que me había enrolado en las filas de la resistencia armada no había perdido la esperanza de hacer realidad, algún día, mi felicidad personal, que desde el día de la catástrofe veía como algo inalcanzable. Pero, cuanta contradicción nos depara el destino, la mutilación que había sufrido, y que me había hecho volver a mis estudios, avivó el ascua de la esperanza que aun mantenía mi corazón hasta convertirse en una antorcha que iluminaba el túnel tenebroso de mi existencia. Entonces, escribí a mi amada una extensa carta, explicándole los acontecimientos que habían alterado el curso de mi vida, pero la oculté lo de mi mutilación al faltarme la valentía para desvelárselo, prefiriendo postergar esta cuestión hasta nuestro reencuentro. No esperaba de ella que me aceptara en mi nuevo estado físico, aunque alimentaba la esperanza de que lo hiciera. Así viví, sobre ascuas, el periodo de estudios que me quedaba por pasar, anhelando encontrarme con ella y saber su decisión cuando su mirada se pose en mí, viéndome de pie con una sola pierna y sosteniéndome en dos muletas. Volvimos a escribirnos y a llamarnos por teléfono, ininterrumpidamente, y me preguntaba siempre que hablábamos acerca de la causa de la tristeza que decía que percibía en mi voz, animándome a abrirme a la vida y a saciarme de sus fuentes. Me daba esperanzas sobre un futuro feliz para mí y sobre una próxima victoria en la que recupere mi patria. La simple conversación telefónica con ella o la lectura de una de sus cartas era suficiente como para hacerme sentir que la Tierra dejaba de girar, e incluso que giraba al revés, devolviendo el tiempo a una época en la que yo tenía el alma cubierta de rocío, como en aquella mañana a la orilla del río y en aquel café con sus tenues luces y empañados cristales. Pero cuando me despertaba a la mañana siguiente volvía a recordar toda la tragedia que se había abatido sobre mí y sobre otros de entre mis compatriotas. ¡Cuántas veces me agarré fuertemente las sienes al sentir tanta pena y angustia por lo sucedido! Pena y angustia que sigo sintiéndolos agarrar mi alma con manos de hierro, hasta el límite de hacerme añorar aquellos días en los que llevé las armas, cuando la actividad febril de cada día me distraía de toda esta pena. Hace un mes, amigo mío, acabé mis estudios y recibí el título de medicina, que no me produjo la más mínima alegría, al contrario, me devolvió con atroz fuerza al recuerdo de un padre, una madre y una familia que perdí para siempre. Incluso no sabía lo que iba a hacer con ese título siendo yo el palestino que tenía cerradas ante él, desde la pérdida de su patria, todas las puertas de sus hermanos, antes que las de los extraños. Cumplida mi misión de estudios en El Cairo, no había más remedio que viajar a Liverpool para encontrarme con ella. Había tomado la decisión de ir a su encuentro pese al gran temor que me inspiraba, pues si llegara a rehusarme a causa de mi mutilación, me despojaría de la mera esperanza de la que había vivido durante tanto tiempo, y no volvería yo a conocer ninguna otra ilusión capaz devolver la alegría a mi corazón algún día. No la comenté nada sobre mi viaje a su ciudad, pues quería elegir yo mismo el momento anímico idóneo para llamarla y verla. Y lo primero que hice al llegar a su ciudad es dirigirme a aquella parte tranquila del puerto para echar un vistazo al lugar que ocupa un fragante espacio en mi corazón, y a las aguas del río que fluyen mansas, y las aguas infinitas del mar. Solo en aquel momento comprendí aquella congoja que me embargaba hace dos años cuando miraba el mar infinito que se extendía a mi izquierda. A parte de esto, encontré las cosas allí tal como las había dejado. Las aguas del río seguían pavoneando antes de abrazar al mar, y las gaviotas seguían planeando sobre las aguas y deslizándose entre los pliegos del aire, como si fuera al unísono de las ondulaciones de la superficie del río y del mar, exactamente igual como las había visto dos años antes. También vi al transbordador dedicándose al transporte de los pasajeros de una orilla a otra del río, y echaba yo de menos, por una causa que desconozco, escuchar el monótono traqueteo de su motor, que producía sobre mis nervios, en aquel apacible rincón, el efecto de un bálsamo sobre una herida. Paseé mi vista por la plaza a mí alrededor viendo que los asientos estaban húmedos, tal como los había dejado. Y allí, en el extremo de la plaza vi el café donde la conocí por primera vez, sintiendo latir fuertemente mi corazón, Sin embargo, en plena embriaguez como me encontraba en aquellos momentos, regresé de golpe a la realidad, encontrándome de pie, apoyado en dos muletas y una sola pierna, y mascullando, para mí mismo: “todo ha cambiado aquí”. No te oculto, amigo mío, que después no pude resistir mis lágrimas. Te escribo, querido amigo, desde Liverpool, pidiéndote consejo, pues estoy muy desorientado, y a veces pienso que sería muy egoísta de mi parte llamarla y encontrarme de nuevo con ella, porque si ella llegara a aceptarme tal como estoy ella sería la perdedora. Es una chica buena y bella, y merece un marido mejor que yo tanto físicamente como en lo referente a su situación en general, a pesar de lo que siento por ella de amor inmenso. Necesito encarecidamente el consejo de un amigo, y no tengo amigo más experto ni más leal a nuestra amistad que tú. Así que dime que he de hacer. ¿La llamo y la vuelvo a ver o mejor me vuelvo por donde he venido? Sinceramente Abdelkarim
(1971) - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 10 فبراير 2021 LA MORERA Saiid Alami (Traducido del árabe por el autor) Un cuarto de siglo llevaba buscando la morera...y heme aquí hoy delante de ella cara a cara. Ella, con sus ramas y hojas, frondosa, cual madre inmensa y cariñosa...y yo, cargado de todos los recuerdos de infancia, cual rama cuyas hojas son rostros que me eran familiares y a los que he querido en los años más dulces de mi vida, hasta que se alejaron de mi y me alejé de ellos a lo largo de todos esos años, que a veces me parece que nunca han existido o que no habían sido más que una especie de sueño. Pero, de vez en cuando me llegaban noticias de mis compañeros de infancia que yo recababa con mucha nostalgia de aquellos días cuya antorcha sigue soterrada en lo más profundo de mi alma. Siempre he estado acechando las ocasiones para poder sorber un trago de una felicidad que casi se nos ha vuelto prohibida de mayores, salvo a hurtadillas, y en momentos esporádicos, como este momento en el que mi mirada posó, tras tan larga separación, sobre mi amada, la morera, que a lo largo de los últimos veinticinco años había ocupado en mi mente un lugar privilegiado, no menos importante que el de aquellos rostros que iluminaron cual estrellas el cielo de mi lejana infancia. Años que veía como se desvanecían de repente...en un solo instante...cuando me quedé de pie, con la vista clavada en la morera, como si estuviese en el umbral del pasado, con la infancia extendida delante de mí, pletórica y fragante como almizcle. Tantas veces, a lo largo de esos años, había alimentado la esperanza de conseguir una cesta de moras, o siquiera una sola mora, sin haber logrado ni una cosa ni la otra. En este período de mi vida solía perseguir también a otro árbol de los árboles de Palestina, el almendro, del que también había perdido el rastro desde que mi familia se trasladó a vivir al Golfo Arábigo, sin haberlo podido localizar a lo largo de los años que pasé allí. Las tertulias de mi familia en las noches del Golfo giraban tanto en torno a los recuerdos de moras y almendras, como en torno a Lydda y Ramla, y a las riquezas de aquella tierra de deslumbrante belleza. Pasados aquellos años en el Golfo, me encontré, deslumbrado, contemplando la costa mediterránea con sus aguas azules que se extendían ante mí hasta el horizonte, donde imaginaba la costa de Palestina recibiendo sus olas calurosamente, mientras que a mis espaldas se extendían los campos de almendros valencianos, en la tierra de nuestros descendientes españoles. Allí, en mi soledad, apiñé un montoncito de almendras verdes sobre la mesa de mi cuarto, embargado por una felicidad que desbordaba mi corazón. Pedí algo de sal a la casera, quien presa del pánico al saber lo que me proponía hacer, me suplicó por Dios que no comiera aquellas almendras. En vano intenté convencerla de que la almendra verde es inocente de lo que se la atribuía de malos atributos y falsos adjetivos en el país de los españoles en el que yo era un recién llegado. Pero aquella mujer hizo caso omiso de mis palabras pasando a calificarme de temerario mientras enumeraba una y otra vez los nefastos efectos que las almendras verdes tienen para la salud, como si se tratara, en su opinión, de una especia de planta venenosa. Yo creía que la malvada temía por mí y por mi salud, cuando de pronto me dijo, desistiendo ya de intentar convencerme, que si quería comer las almendras verdes que lo haga, pero fuera de su casa, ya que no quería tener ninguna responsabilidad en caso de que alguna desgracia me ocurriera. Desde aquél día, volví a vivir esa escena con decenas de españoles siempre que me veían comiendo con apetito almendras verdes o me oían hablar de ellas con pasión, pues estos españoles tienen unas extrañísimas creencias de las que no se salvan las almendras verdes a pesar de ser este fruto una de las señas de identidad principales de su generosa tierra. Estaba trayendo a la memoria la historia de mi reencuentro con el almendro mientras me postraba con auténtica veneración ante la morera. Y desde aquél día en el que hallé el almendro perseveré en la búsqueda de la morera, dado que ambos árboles formaban sendas marcas determinantes que el época de la infancia, con su inocencia y su alegría, dejó en mi corazón. Por más que me olvide de las cosas, nunca olvidaré lo feliz que me sentí al haberme encontrado de nuevo con al almendro en los campos de Valencia, tan parecidos que son, en su naturaleza y frutos, a los de Palestina. Mi felicidad entonces no se reducía tan solo al hecho de haberme encontrado con el almendro tras años de alejamiento, sino que era debida también a que yo, con mis propias manos, recogía las almendras de aquellas ramas a las que me había acostumbrado desde mi más tierna infancia. Era como si me hubiera sentido feliz por el reencuentro con un íntimo amigo tras una larga separación. Aquél día, con los almendros rodeándome por doquier, me he vuelto atrás con la memoria a un cierto día junto a un grupo de mis congéneres, a los pies del monte Gerizim, en Naplusa, en un campo de almendros que se hallaba al sur de la ciudad, entre el monte y la carretera que llevaba a Jerusalén. Corríamos más veloces que el viento mientras las piedras y los insultos que nos lanzaba el guarda de la finca no dejaban de perseguirnos en un intento del guarda de impedir que acabáramos con las almendras verdes de los que estaban cargados aquellos árboles. Una vez a salvo de la garra del guarda formamos un círculo alrededor de un buen montón de almendras que engullimos entre risas y burlas de aquél pobre guarda con quien esa escena se repetía a diario cada primavera. En cuanto a la morera, había perdido yo la esperanza de encontrarla a lo largo de los últimos veinte años en las zonas que conocí en el país de los españoles. Muchas veces me aseguraban conocidos míos españoles que las moreras existían en ese o aquél lugar, para que, una vez trasladado a aquellos lugares, a veces teniendo que viajar, me percataba de que aquellas personas no comprendían lo que son las moras ni las habían visto en su vida. En España existe una especie de arbusto que da un fruto parecido a la mora, o quizás se trate de una aberración de moras; alabado sea Dios que no permitiría nunca que las moras sean abellacadas. La mora es inconfundible ... es aquel fruto blando de forma algo ovalada, de color blanco o rojo tirando a negro, del tamaño de una almendra grande, su tacto es delicado a pesar de tener una superficie rugosa, y cuando se pone en la boca se desvanece sin dificultad impregnándola de un sabor dulce. Repetí esta descripción a oídos de los españoles una y otra vez, encontrando que algunos no habían oído hablar de ello nunca ni había visto algo parecido y que otros me indicaban aquellos lugares donde encontraba una planta llamada en español “frambuesa” o otra a la que también se la llama “mora” siendo los dos frutos tan parecidos a la mora como el mono al hombre. En cuanto a mis compañeros de expatriación de entre los palestinos y de sus vecinos árabes, todos se ponían de acuerdo, cuando les preguntaba, en que las moras no existían en el Paraíso Perdido a pesar de que la Historia cuenta que los árabes introdujeron las moras en España y crearon en ella la industria de la seda(1). Hasta que un día, no hace mucho tiempo, en el curso de en una conversación con un amigo libanés, le conté, muy orgulloso, mis idas y venidas entre unos pocos almendros en las afueras de Madrid. Luego le expresé mi desolación por mi fracaso hasta aquél momento en encontrar moreras. Entonces el hombre exclamó: - ¡Claro que hay moreras! No daba crédito a mis oídos. Sabía a ciencia cierta que aquel hombre sabía perfectamente y al detalle todo lo relacionado con los frutos de la tierra en nuestros países, por lo que le pregunté impaciente: - ¿Qué dices? El hombre insistió y repitió hablando en su dulce dialecto, mientras pavoneaba orgulloso del hecho de que todas mis esperanzas pendían de él: - Hay muchas moreras. Me asaltó la duda acerca de la veracidad de sus palabras, a pesar de que él procedía de la zona rural más genuina del norte libanés, y le pregunté agotada mi paciencia: - ¿Dónde? Mi amigo mi explicó entonces que las moreras se encuentran en un lugar cerca del pueblo de Aldea del Fresno, cerca de Madrid, al oeste de la ciudad. Yo conocía bien esa zona y no me sorprendió el hecho de que allí hubiera moreras. Incluso las había buscado allí, hacía largo tiempo, sin resultado, por un sentimiento que me embargaba cada vez que visitaba, por esparcimiento, aquella zona conocida por sus huertos y bellos paisajes. Mi amigo, unas dos décadas mayor que yo, se puso a darme una conferencia sobre las moras. Me explicó como su aldea solía vivir, igual que muchas aldeas en sus alrededores, hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, principalmente gracias a la producción de la seda, criando gusanos de seda sobre las hojas de las moreras; hasta que terminó diciendo, dejando de pavonearse, y dirigiéndose a mi calurosamente, con sus ojos brillando con una luz extraña, producto de los recuerdos, lo que me hizo pensar que se trataba de un halo de luz venido del tiempo de su lejana infancia, cuando los montes del Líbano eran un paraíso y un prodigio: - En la carretera que lleva a Aldea del Fresno, unos kilómetros antes de llegar al pueblo, se yerguen las moreras a ambos lados de la carretera. Vimos a esos árboles dos amigos míos y yo, por pura casualidad, mientras recorríamos la zona en coche, por lo que nos detuvimos y nos bajamos a toda prisa sin dar crédito a nuestros ojos. El suelo, debajo de los árboles, estaba cubierto de moras. Los árboles, algunos estaban cargados de moras blancas y otros de moras granates...incluso negras. Una amplia sonrisa se esbozó en los labios de mi amigo, quien agregó: - Empezamos a coger moras del suelo y comerlas con la voracidad propia de unos trastornados mentales...comimos tanto...comimos tanto...hasta que ya no sabíamos qué hacer con las moras. Mis dos acompañantes no habían visto las moras desde hacía largos años mientras que yo no las había visto desde el estallido de la guerra civil en nuestro país dejando desde entonces de viajar allí, a la espera de una solución. Y mientras llenábamos nuestras tripas de moras polvorientas por la tierra del camino, con los coches pasando a nuestro lado y sus pasajeros mirándonos con suma reprobación, los tres nos lanzamos a contar nuestros recuerdos relacionados con las moras en Líbano, sin que ninguno de nosotros estuviera escuchando lo que decían los otros dos, pues los tres nos afanábamos intentando llegar, saltando, a las moras que pendían de las ramas inferiores. Impaciente, le pregunté nuevamente, aun a sabiendas de que mi insistencia sin duda le iba a molestar: - ¿Estás seguro de que eran moras? Entonces su sonrisa desapareció, y con el mismo acento que no le había abandonado en más de treinta años de residencia en Europa: - ¡Maldito sea este chico! Por supuesto que eran moras... por supuesto... ¿Acaso no conocemos lo que son las moras, tío? Apacigüé su ánimo hasta que recuperó su sonrisa, mientras me había tranquilizado respecto a la veracidad de sus palabras. Así, acordamos esperar al mes de julio, fecha en la que se inicia la temporada de las moras, para irnos a aquella carretera mágica. Dos meses nos separaban de aquella cita, período que pasamos, cada vez que nos encontramos, hablando acerca de la aproximación de la feliz fecha. Siempre que hablábamos del tema su rostro adquiría el semblante de grandeza, como si fuera Colón acabando de descubrir un nuevo continente. Él también esperaba la temporada de las moras con fuerte anhelo, del que una vez me dijo que parecía al anhelo que sentían los aldeanos del campo libanés cuando pasaban el año a la espera de la temporada de la seda por lo que les aportaba de ingresos, especialmente después de inventar las paracaídas y del amplio uso que tuvieron durante la Segunda Guerra Mundial, pues aquél invento hizo crecer sus ingresos, gracias al gusano de la seda. Pronto pasaron los dos meses... y llegó el momento del encuentro... y heme aquí ante el árbol de la infancia. Levanté mis ojos hacia sus frondosas ramas que me parecían brazos extendidos hacia mí para abrazarme con nostalgia y cariño...exactamente como solía comportarse conmigo hacía largos años. Veía el cielo a través de sus hojas sobre las cuales tracé los tiempos más dulces de mi vida, cuando de pronto el color azul se fundió en el verde, y las moras blancas se tornaron estrellas que destellaban con un esplendor fascinante. En aquellos momentos en los que mi mente se había fugado de mi mundo presente llegaron a mis oídos los gritos de unos niños y las risas de unos chavales. Y oí entre ellos, en el fragor de sus juegos, a un niño que llamaba a sus congéneres por sus nombres... Basem...Rasem...Esmat...Hisham...Nazif... y divisé sobre las ramas altas de las moreras unos diablillos con pantalones caquis y cabellos despeinado y polvorientos, con toda la felicidad del mundo reflejada en sus ojos... ¿Y cómo no, si estaban, a escasos metros de sus casas, regocijándose en el regazo de las moreras... que con sus hojas les protegían del resplandor del sol naplusí(2) ... y que le obsequiaban con estos frutos prodigiosos, que a ellos les parecían míticos. Al instante siguiente les divisé bajándose al suelo y corriendo hacía otro árbol... contar hasta diez y luego lanzarse a la carrera hacía una tercera morera apresurándose a treparla, subirse hasta sus ramas entrelazadas, lanzándose de una rama a otra, como monos unas veces y como pajarillos otras. Incluso les divisé, en mi plena fuga mental, colgándose de las ramas entrelazadas, trasladándose a través de estas ramas, con destreza, de una morera a otra, sin necesidad alguna de bajarse al suelo, con todo el orgullo del mundo en su resplandecientes semblantes, lanzando algunos de ellos, de vez en cuando, gritos imitando al grito de “Tarzán de los monos”, como lo conocían por el cine. Más tarde les atisbé sacudiendo las ramas de las moreras haciendo que sus frutos, blancos, granates y negros, se precipitaran en gran cantidad sobre la hierba del suelo, apresurándose a zamparlas, alegres, con mucho alboroto y una sorprendente energía. Y advertí que entre ellos había chavales que estaban recogiendo en sus pañuelos lo que podían de moras para llevarlas a sus casa, donde quizás sus madres, conformes, les den palmaditas en la espalda y no les castigaran por llevar los pantalones manchados de moras granates por haberse revolcado, en el fragor de sus juegos, encima de las moras que cubrían el suelo. Mascullé, mientras mis ojos rebosaban de lágrimas... Basem... Rasem... Esmat...Hisham ...y me acordé de las desgracias que se abatieron sobre algunos de ellos, y como algunos otros fueron dispersados y desterrados por el mundo, ellos que no se separaban excepto para irse a dormir. Allí está Esmat, al cabo de tantos años, trastornado mentalmente desde que su hermano mayor perdiera la vida en la batalla de Al-Karamah, en 1968. Y dentro de su desgracia la suerte de Esmat fue misericordiosa comparándose con el destino al que fue a parar Hisham, quien un soldado israelí le mató en Naplusa... tal vez cerca de aquellas moreras... mientras participaba en una manifestación contra los ocupantes que continuaban profanando aquella inmaculada tierra. Las dolorosas imágenes se sucedían irrumpiendo en mi mente a la velocidad de rayo, trayéndome a la memoria algunos de los destinos en los que acabaron unos cuantos compañeros de infancia; destinos que nunca podían haber pasado por nuestras mentes cuando jugábamos debajo de aquellas misericordiosas moreras. En cuanto al resto de aquellos amigos... de los que mi alma creció abrazada a las suyas... nunca volví a saber nada de ellos desde que nos separamos hacía más de un cuarto de siglo. Contra mi voluntad las lágrimas fluyeron de mis ojos... miré al suelo debajo de los árboles encontrando cientos de moras... los gritos de mis congéneres empezaron a retumbar en mis oídos, elevándose cada vez con más fuerza, con gran estruendo...entonces me alejé de la morera alzando la vista hacia ella con algo de aprensión... manifestándose anti mis ojos como una madre indignada...los gritos y los chillidos se tornaron insoportables en mis oídos...me quedé clavado en mi sitio absolutamente atónito ante lo que veía sobre sus ramas y debajo de su extendida sombra. No cogí ni una sola mora. Sentí que aquél árbol se había convertido tras todos esos años en el símbolo de lo más preciado de cuanto hubieran tocado mis manos y hubieran visto mis ojos. El cuarto de siglo transcurrido desde que me separé de la morera la había convertido en un sagrado monumento... e incluso en el mausoleo de mi infancia. Tomé con mi amigo el camino de regreso a Madrid, envueltos en un silencio que yo procuraba disipar de vez en cuando repitiendo en voz alta: -No...ya no conocemos lo que son las moras, amigo mío. 1988
(1) El Paraíso Perdido (Al Firdaus Al Mafqud): Sobrenombre de España en el mundo árabe, en recuerdo de Al Ándalus. (2) Naplusí: de la ciudad palestina de Naplusa. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 30 يناير 2021 اللغة العـربية ... من يتـقـنها من العـرب... من يحميها من العـرب؟!نشرت في صحيفة الخليج في 24 فبرابر 2003 بقلم ســعـيد الـعـلميكلنا يعرف ما تعانيه اللغة العربية من تراجع أمام اللغات الأوروبية الرئيسة ومن مشاكل خطيرة تهددها منذ بداية القرن العشرين في الوقت الذي بدأ فيه أبناء العربية نفسها يتهمونها به بعدم ملاءمتها للعصر وعدم قدرتها على مواكبة التقدم العلمي والتقني الهائل الذي تشهده البشرية . وكلما قمت بزيارة إلى المنطقة العربية إزددت هلعا من تكاثر أشباه المثقفين من مُدّعي إتقان اللغة الإنجليزية أو الفرنسية ممن يخلطون باستمرار كلمات وعبارات من هاتين اللغـتين بحديثهم سواء ان كان باحدى اللهجات العامة ام باللغة شبه الفصحى والتي نطلق عليها بكثير من التساهل والتغاضي اسم (الفصحى) متناسين أن الفصحى لا تتقنها إلا أقلية ضئيلة جدا من المثقفين العرب تنحصر في نسبة من المختصين باللغة العـربية ومن المشايخ من خريجي الأزهر وغيره من الجامعات الإسلامية. وتسجّل ظاهرة الرطن بكلمات وعبارات إنجليزية أو فرنسية بين متحدثين من العرب إنتشارا حثيثا هو بحد ذاته إهانة للغة العربية وللقومية العربية وللحضارة العربية الإسلامية. وبينما كانت هذه الظاهرة منحصرة في السبعينات بين فئات من خريجي الجامعات بينهم من لمْ تطأ أقدامه أرضاً خارج الوطن العربي، أصبحتُ أجد أن هذه الظاهرة قد استشرَت لدرجة أن البقالين والجزّارين وربّات البـيوت والخبّازين وغـيرهم من أصحاب المهن أصبحوا أيضا يرطنون بالانجليزية او بالفرنسية أثناء حديثهم باللغة العربية بل وفي الأحاديث التي يتبادلونها في بيوتهم مع أفراد عائلاتهم وأبنائهم. وبما أنني أقيم في بلدٍ أوروبي حيث لا يُوجد أثر لمِثل هذه الظاهرة الشنيعة – وهو ما يجري أيضا في معـظم أنحاء أوروبا- فإنني أستهجن هذه العادة الذميمة في مجتمعاتنا العـربية وأنظر إلى أصحابها نظرتي للمهرِّجين ولكن بفارقٍ حاسم لصالح المُهَرجين، فهؤلاء يقومون بواجبهم وبعملهم في السيرك ولا يهرّجون طيلة الأربع والعشرين ساعة من حياتهم كما يفعل هؤلاء المتبرنطون والمتأمركون والمتفرنسون العرب. فإنه لمِن الإستحالة تقريبا أن تجد مواطـنا إسبانيا أو فرنسيا أو ألمانيا يخلط بحديثة بلغـته الأم كلمات وعبارات من لغة أجنبية، فكل مجتمع أوروبي - رغم قيام الوحدة السياسية والاقتصادية الأوروبية- يفخر بهويته اللغـوية لدرجة الغـطرسة، بـيـنما يخجل الملايين من العـرب من الخليج إلى المحيط من لغـتهم الأم التي اختارها الله تعالى للقرآن الكريم . وإنني لأعجب أشد العجب وأنا أستمع للبعض من المسلمين ممن لا يقطعـون فرضا بل يحفظون الكثير من السور القرآنية عن ظهر قلب وهم يشوّهون حديثهم باللغـة العربية أو بإحدى اللهجات المحلية بدسِّ كلماتٍ وعباراتٍ ومُسميات إما إنجليزية وإما فرنسية. وتسير هذه المشكلة في المشرق العربي فيما يتعلق بالرطن بالإنجليزية تجاه مستقبل ستصل فيه الى درجة من الخطورة لا تقل عن التي تعاني منها المغرب والجزائر وتونس حيث اللغة العربية تكاد تُستخدم بشكل هامشي تحت سطو اللغة الفرنسية، وهي الظاهرة التي تبذل فرنسا من أجل الاحتفاظ بها الغالي والنفيس في حرب ضروس لا هوادة فيها على اللغة العربية. إزدواجية اللغة عند المواطن العربي وواقع الأمر أن المواطن العربي يعاني منذ نعومة أظفاره من فوضى لغـوية مستفحلة ومن إحباط شديد كلما قارن وضعه اللغوي بوضع أصحاب اللغات الأوروبـية. فالعربي، أينما كان، يعاني من ظاهرة ازدواج اللغة الأم فهو يتكلم في البيت وفي الشارع لغة هي لهجته المحلية بينما يتلقى علومه وثقافته ومعلوماته سواء في المدرسة أم في المساجد والكنائس وعبر وسائل الإعلام المسموعة والمرئية والمطبوعة بلغة أخرى هي اللغة العربية الفصحى التي يُقال له أنها لغـته الأم ولسانه الحقيقي، غير أنها في الواقع لغة مؤقته نستخدمها ونسمعها على فترات متباعـدة وقصيرة من حياتنا اليومية. أما في المغرب والجزائر وتونس فإن المواطن يتخبط بين ثلاث لغات هي لهجته المحلية والفرنسية والفصحى. وتؤدي هذه الظاهرة الخطيرة إلى ضيق آفاق الثقافة في العالم العربي لتنحصر في كل بلد عربي في شريحة اجتماعـية صغـيرة تتكلم وتكتب وتفهم الفصحى . أما باقي شرائح المجتمع والتي تشكل غالبيته العظمى فإنها تظل مستـثـناة من الفصحى، وبالتالي من استيعاب الإمكانات الثقافية المتاحة ومضمونها من معانٍ ومعلومات على كافة الأصعـدة. أما المواطن الإنجليزي أو الفرنسي أو الإسباني – على سبيل المثال – فمهما كان مستواه الثقافي أو العـلمي فانه يتكلم في البيت وفي الشارع ويمارس في المدرسة ومنذ نعـومة أظفاره نفس اللغة التي تستخدمها وسائل الإعلام ودور العبادة والكتب والسينما. إنها لغة واحدة لا تتغـير وقد يكون اطلاع الإنسان الأوروبي عليها محدودا أو واسعا، وقد يَعرف من مفرداتها القليل أو الكثير ولكنها تظل لغة واحدة لا بلبلة فيها ولا فوضى. بل إنني لأشعر بكثير من الحـسد إذ استمع لفلاحين إسبان من منطقة إكستريمادورا وهم يتكلمون فيما بينهم مستخدمين كلمات وتعابـير لغـوية على درجة من الرقي لا تقل عـما نقرأه في روايات الكاتب الاسباني الكبير ميغيل ديليـبـيس المنتمي لنفس ذلك الريف الواقع غـربي إسبانيا. إن المجتمعات العربية تعـيش حالة من التمزق بين اللغة الفصحى و لهجات عـربـية لا حصر لها فإضافة إلى اللهجة الرئيسية المسيطرة في كل بلد عربي هناك الكثير من اللهجات الأخرى التي تتعايش معها. ونعـني هنا بالتحديد اللهجات العـربية ولا نشير الى الأقليات اللغوية الموجودة في العالم العربي منذ قديم الزمان مثل الكردية والأمازيغية والنوبـية ولغات أخرى أقل انتشارا. ومما يزيد الطين بـلّـة أنك لا تجد اللغة الفصحى المتـقـنة بشكل لائق - ولا أقول بشكل كامل – ولا حتى بين المدافعـين عـنها إذ أن قِـلة قليلة منهم هي التي تتمتع بهذه المقدرة. ويُلاحظ أنه كلما انعـقـد محفل لدراسة وضع اللغة العربية لدى أمتها وفي موطنها وُجهت أصابع الإتهام بشكل رئيسي إلى اللهجات العامية ثم إلى اللغة الإنجليزية أو الفرنسية. ومما لاشك فيه وجود علاقة بـين مشكلة الدّس اللغـوي (الرطن أثناء الحديث بالعـربية) من جهة ومشكلة الإزدواجية اللغـوية من جهة أخرى. ولعـل ما يحدث منذ عـقود من الزمان هو هروب المجتمعات العربية من هذه الفوضى اللغـوية الهائلة التي تعاني منها تجاه لغة إنجليزية أو فرنسية تتوهّم أنها توفر لها الأمن اللغـوي والتوحّد اللغـوي الذي تتمتع به شعـوب أوروبا وأمريكا الشمالية. ومن الملاحظ أيضا أن هذه المحافل ووسائل الإعلام والمسؤولين لا يـعتبرون أن ازدواجية اللغة تسبب حالة من الفوضى اللغوية فلا يجري الإشارة من قريب أو بعيد إلى وجود هذه المشكلة الخطيرة في المجتمعات العربية، بل ينظرون إلى العامية على أنها عدو للفصحى، وأنها هي المتسبب الأول في ضعفها، وهي رؤية فيها الكثير من تصرف طير النعام عندما يدس رأسه في الأرض، وهي أبعد ما تكون عن الحـقيقة، إضافة إلى أنها نظرة عقيمة لا تؤدي إلى أية نتيجة، إذ أن اللهجات العامية العربية موجودة منذ القِدم وهي في تطور وتغير مستمر شأنها شأن اللغات الحية. ومن المؤكد تأكيد بزوغ الشمس من المشرق كل يوم أن هذه اللهجات ستظل موجودة إلى الأبد، فما هي الفائدة إذن من توجيه أصابع الاتهام إليها وتحميلها المسؤولية عن تراجع الفصحى؟ كما أنه من الملاحظ أن معـظم الشعـوب التي تعاني من ظاهرة الفوضى اللغـوية في زمن تجاوزت فيه العلوم والمعارف والـتـقـنيات والاتصالات والإختراعات والإكتشافات أقصى حدود الدقة والسرعة والتخصص هي نفسها أكثر الشعـوب تخلفا حضاريا وفـقـرا . فمما لا شك فيه أن عنصر اللغة هو العنصر الحاسم في تكوين وتشكيل العلاقات بين الناس كأفراد وبين الأمم وفي علاقة الناس والأمم بالعالم والكون والثقافة والعِـلم والتطور التقـني في كافة الميادين. هكذا يجري تدمير الفصحى دون وجود علاقة للعامية بما يجري ومعـضلة الفوضى اللغوية التي تعاني منها الأمة العربية هي كبرى المعـضلات التي تواجه الأمة على الصعيد الثقافي، وهي المسؤولة مباشرة عن وجود باقي المشاكل الثقافية والحضارية التي نعاني منها والتي حولتنا إلى أمة تابعة لا تقدم للبشرية مساهمات حضارية ذات قيمة تذكر. ولا فائدة ترجى من قيام المسؤولين والمختصين بضرب رؤوسهم بالجدران كلما تطرقوا إلى قضية ضعف الفصحى وكيفية إنقاذها، إذ يركزون اتهاماتهم وحلولهم على ما يصفوه بالخطر الذي تشكله اللهجات المحلية العربية وعلى ضرورة الحد من هذا الخطر. فالتراجع الذي تعاني منه الفصحى له مسببات لا علاقة لها بوجود اللهجات العامية التي يمكن اعـتبارها في نهاية المطاف غصونا متفرعة عن دوحة الفصحى ولا يمكن أن تـشكل خطرا عليها. ومن جملة هذه المسببات الإهمال الذي تعاني منه الفصحى من طرف مجامع اللغة العربية التي نجدها إما غائبة عن الساحة غيابا شبه تام، بينما الكلمات الغربـية ذات العلاقة بالعلوم والإختراعات والصناعات تولد يوميا بالمئات، وإما نجدها خائضة معركة لا تمت إلى المعركة المطلوبة بصِلة. ومثالا على ذلك ما قيل لي من بعـض المطلعـين في الإمارات من أن المَجمع اللغـوي في القاهرة قد اعتمـد كلمة فاقس بدلا من كلمة فاكس، على أساس أن جهاز الفاكس يبدو وكأنه دجاجة تفقس ولكن بدلا من البيض الورق. فأي مضيَعة للوقت وللجهد هذه - اذا كان ما سمعـته صحيحا-!! فلا الشارع ولا وسائل الإعلام عـمَدت في السنوات الأخيرة من قريب أو بعـيد إلى استخدام كلمة فاقس الفظة هذه بـيـنما التحقت كلمة فاكس باللغة العربية التحاقا طـبـيعـيا حتى أصبح الناس يستخدمون فعل فاكَسَ ويُفاكِسُ ويُفاكِسون. وفي حالة وقوع اعتماد فاقس هذه بالفِعـل، فإن قرار المجمع يكون قد صدر بعـد نحو عشرين عاما من ظهور أجهزة الفاكس في المنطقة العربية، وهي فترة كانت كافية - نظرا للانتشار الشديد لجهاز الفاكس- لترسيخ جذور هذه الكلمة الأجنبية في اللغة العـربية. وما الضيْر في ضم هذه الكلمة إلى القاموس العربي بل وضم فعل فاكَسَ كفعـل جديد في لغـتـنا الفذة والقادرة عبر العصور على هضم الكثير من الكلمات غير العربية التي لا تخرج عن الحدود اللفظية والسمعـية للفصحى. ولدينا على ذلك من الأمثلة ما لاحصر له مثل تلفزيون وتلفاز وتلفزة حتى أصبح هناك فعل متداول بشكل اعتيادي وهو تلفزَ ويُتلفِز الأنباء. فأين الضرر من ذلك ما دامت الكلمة ذات تركيب لفظي وسمعي يخوّلها شرف الإلتحاق باللغة العـربية مُعَرّبة دون عـناء ولا تكلّف ولا إجبار. ولنأخذ على سبيل المثال لا الحصرالعمل الجبار الذي يقوم به دون استراحة المجمع الملكي للغة الاسبانية في مدريد في تنسيق كامل مع مجامع اللغة الاسبانية المنتشرة في بلدان أمريكا اللاتينية الناطقة بالقشتالية. فقد دأب هذا المجمع – إضافة إلى النشرات التي يصدرها وإلى عملية الرصد الدؤوبة التي يجريها لكل جديد يطرأ على اللغة بين صفوف المجتمع وفي مختلف ميادين العلم والمعرفة – بإصدار الطبعات الجديدة من قاموسه تباعا ليُلحق بكل طبعة جديدة الكلمات التي قرر المجمع دمجها بالقاموس لتصبح جزءا لا يتجزأ من اللغة القشتالية. هذا من ناحية تقصير من يُفترض أن مهمّتهم في هذه الحياة هي السهر على تطوير الفصحى وحمايتها، فما بالك فيما يتعلق بوسائل الإعلام العربية التي تشكل بحق عـدوا للفصحى في الوقت الذي يُمكن أيضا اعتبارها فيه المؤازر الأكبر لها. ويأتي هذا التناقض في دور وسائل الإعلام تجاه الفصحى نتيجة لأن طبـيعة العمل الإعلامي المطبوع والمسموع والمرئي تنطوي على الخطأ المستمر لمافي العمل الإعلامي من سرعة وملاحقة للأحداث وغزارة في الكلمة على مدار الساعات الأربع والعشرين من كل يوم، هذا إلى جانب العدد الهائل من وسائل الإعلام العاملة في العالم العربي. إضافة إلى هذا فإن ضعف التأهيل العِـلمي والثقافي لنسبة كبيرة من العاملين في الإعلام يُشكّل مصدر الطعـنة الأكبر التي تتلقاها الفصحى من وسائل الإعلام العـربـية إذ يقوم هؤلاء دون أدنى حرج باستخدام كلمات وتعـبـيرات لغـوية مغــلوطة (مثل: "العـديد" و"مِن قِبَل" فُلان، وحدث "مؤخرا"والزيارة "استغـرقـت" ثلاثة أيام، إلخ )، و برفع المنصوب وجر المرفوع، فـيـتلقن الملايين من أبناء الأمة وناشئـتها لغـتهم مشوّهة وبشكل يومي، حتى أصبحت هذه المئات من الأخطاء شائعة وطاغـية. وبما أن المجتمعات العربية محكومة من لدُن حكومات بيدها الأمر والنهي على كافة الأصعدة فإن هذه الحكومات هي المسؤولة الأولى والأخيرة عما يجري في وسائل الإعلام من تشويه للفصحى وبالتالي من اعتداءٍ سافر على لغة القرآن الكريم. ولعل الطريقة الوحيدة لحماية اللغة من شرور المتطفلين على الإعلام وعلى اللغة العربية كمهنة هي في سَنّ القوانين الهادفة إلى حماية المهنة الصحفية من الدخلاء، كما هو الحال في عدد كبير من الدول الأوروبية، حيث يحصر القانون مهنة الصحفي سواء في الصحافة أم في التلفزة والإذاعة على حملة الإجازات الجامعـية بالصحافة. أما في البلاد العربية فإن دَمَ هذه المهنة مهدور منذ ظهورها إذ يحق لكل من هب ودب أن يعمل صحفيا في المؤسسات الإعلامية فور أن توافق إدارة المؤسسة المعـنية على التحاقه بها. وتدفع الفصحى من دمها أيضا منذ ظهور الصحافة العربية ثمن الدّم المهدور للمهنة الصحفية. ورغم ذلك فإنه من العـدل والإنصاف أن نذكر للصحافة العـربية المطـبوعة الفضل الكبير في نشر الفصحى بين قرائها على مدى القرن ونصف القرن الأخيرين، وهو دور يُذكر بالدرجة الثانية فالثالثة للإذاعة فالتلفزة. مشكلة انعـدام التشكيل غير أن هناك مشكلة ثالثة لربما هي أشد المشاكل التي تواجه الفصحى خطورة وقِدَما، إذ تعـود إلى عـدة قرون من الزمان، ولربما إلى نفس اليوم الذي بدأ فيه العـرب باستخدام اختراع غـوتيـمبرغ في الطباعة. وأعني بها ظاهرة عدم تشكيل الكلمات العـربية في النصوص المطبوعة، وهي ظاهرة لا يملك المرء أمامها الا التفكير بأن هناك مؤامرة مدروسة ومدسوسة للقضاء على الفصحى من الخليج العربي إلى المحيط الأطلسي. فهل يتصوّر أحد منا أن بريطانيا أو الولايات المتحدة يمكن أن يصل بهما الجنون والإستهتار بلغـتهما ذات يوم إلى السماح بطباعة النصوص الإنجليزية دون إيراد حروف العِـلة أو بحذف سبعين بالمائة من حروف العِـلة؟! لا أعتقد أن هناك أمة على وجه الأرض قادرة على ارتكاب هذا الكم الهائل من الاستهتار تجاه لغـتها باستثناء الأمة العـربـية. ألهذه الدرجة نحتقر لغـتـنا حتى نطـبعها مشوهة تشويها يجعلها غامضة ومُبهمة اللهم إلا بالنسبة لعـلماء اللغة. وتساهم مشكلة غياب التشكيل التي فرضتها علينا فرضا مصانع الآلات الكاتبة والمطابع في الماضي ومصانع الحاسوب وبرامجه في الوقت الحالي في وجود هذا الجهل الخطير بلغـتـنا الفـصحى حتى بـين المثقـفين العـرب، وأعني بهم أصحاب الثقافة العـربية وليس العـرب المتفرنسون والمتأمركون. ويجرنا هذا إلى التساؤل حول النسبة الحـقـيـقـية من المثـقـفـين والجامعـيين العـرب القادرين على قراءة أربع صفحات متـتالية وبدون توقف من نص عربي غـير مشكلةٍ كلماته دون ارتكاب حد أدنى من عـشرة أخطاء في النطق. إنه لمن المؤكد أنها نسبة ضئيلة للغاية بل وفاضحة. أما مرتكبي حد أقصى من خمسة أخطاء فهم قـلة طليعـية، بـينما يُعتبر أولئك الذين لا يرتكبون أي خطأ لغـوي في قراءة الفصحى أو التحدث بها الصفوة من العـلماء المتبحرين باللغة. أما في أوروبا وأمريكا الشمالية فإن الصورة تـنعـكس تماما، إذ تـُصنف الفـئة الأولى بين الجهلة، والثانية بين من يعانون من الركاكة اللغـوية، وتصنف الثالثة كفـئة مثقـفة ومتعـلمة – لا أكثر -، دون أن تـنطبق النسَب النظرية التقريبية المذكورة في الحالة العـربـية على الحالتين الأوروبية والأمريكية التي تتقن الغالبية العـظمى من مثقـفيها وجامعــيـيها لغاتها الأم اتقانا كاملا في اللفظ والقـواعـد. ولنأخذ على سبيل المثال لا الحصر السياسيين والمسؤولين العرب من جهة، والسياسيين والمسؤولين الإسبان من جهة أخرى، وهما الحالتين اللتين أطلع عـليهما بشكل مباشر ومستمر ومنذ سنوات طويلة. فبـيـنما يندُر أن تستمتع لسياسي أو مسؤول عربي يتكلم اللغة العربية الفـصحى بطلاقة ودقة – من يعـرف حالة واحدة فـليخبرنا-، نجد السياسيين والمسؤولين الإسبان يتمتعـون بمقـدرة لغـوية باهـرة في غـزارتها ودقـتها. ونحن في الحالتين نتكلم عن فـئة من المثقـفين والمتعـلمين المتمرسين في استخدام اللغة ومخاطبة المجتمع المحلي والدولي عبر وسائل الإعلام . فإذا نقـلنا المقارنة إلى الصحفيين العاملين في محطات الإذاعة والتلفزة ارتطمنا بنفس النتيجة، حيث تُرتكب كميات كبيرة من الأخطاء النطـقية والنحوية في الجانب العـربي تقابلها كمية تكاد لا تذكر في الجانب الإسباني. ولعـلّه من المعروف أن عدداً لا يُستهان به من المذيعين العرب يعـمَدون إلى تسكين الحروف الأخيرة من الكلمات التي يقرأونها، تفاديا لارتكاب الأخطاء النحوية والصرفية. ولعل انعـدام التشكيل في النصوص المطبوعة بما فيها النصوص المدرسية (على سبـيل المثال لا الحصر فلنقلـِّب صفحات الكتب المقررة في الإمارات العربية المتحدة لتلاميذ الصف الأول الثانوي، لنفاجأ بانعـدام التشكيل في كافة هذه الكتب بما فيها كتاب اللغة العربـية) هو السبب الرئيسي لهذه النسبة الرهيبة من الجهل اللغـوي المستشري بـيننا كعـرب، بما فينا المثـقـفين، إذ يؤدي قصورنا اللغـوي إلى أن نكون مجرد أشباه مثقـفـين، فأي مثقف في العالم هذا الذي لا يستطيع النطـق السليم بلغـته الأم؟ (ناهيك عـن نطـقـنا الركـيك ومفرداتـنا المحدودة إذا ما تـفـلسفـنا وتحدّثـنا بالإنجليزية أو الفرنسية بدلاً من العربـية). إن انعـدام التشكيل هو الطامة الكبرى التي حالت بين مثـقـفينا ولغـتهم الأم، فلا يملكون زمامها الا فيما ندَر، إذ أنهم ينطقون بكلمات قلما شاهدوها مكتوبة بشكل صحيح. وهكذا نجد في العالم العربي أن النسبة الكبرى من الأطباء والمهندسين والمحامين والمدرّسين وغيرهم من الجامعـيين والمثقـفين لا يعرفون النطق الصحيح لمئات الكلمات التي يستخدمونها ويسمعـونها يوميا مثل (سفارة) و ( مفتاح) و ( مقعـد) و ( منطـقـة) و (صحافة ) و ( صحفي) و ( سـم) و( حـقـبة) و ( لغـوي) و ( حلقة) وهـلم جرا . وكما نرى فهى كلمات ذات استعـمال يومي يتخبط فيه المثـقـفون بما فيهم المذيـعـين ( الذين يُفترض أنهم يتمتعـون بأقصى مقدرة على النطـق السليم) فما بالك الكلمات الأقل استخداماً وأكثر وروداً في النصوص الأدبـية والدينية والعـلمية. فاذا أضفنا إلى ذلك الضعـف في التصريف والنحو وما يجرّه من أخطاء في تشكيل الحرف الأخير من الكلمة، أدركنا مدى فداحة الجريمة التي تـُرتكب بحق الفـُصحى بطـباعـتها غير مُشكّلة، حتى تحولت المئات من الكلمات الى أحاجي يعـزّ فك ألغازها إلا على مشايخ الأزهر وحملة الدكتوراة في الصرف والنحو. غير أن المأساة لا تكمن في أننا أصحاب لغة لا يتقنها ولا حتى المثقـفون والجامعـيون منا، بل إن المأساة تكمن في أن هذا الحضيض الذي وصلنا إليه لغـويا قد أصبح اعتيادياً وروتينياً لدينا، وأصبح يُشكِّلُ جزءاً لا يتجزأ من حياتنا الثقافية والعـلمية والإتصالية. وهل هناك من حل؟ مما لاشك فيه أن الوضع المتدهور للفصحى يثير قلق قطاعات واسعة من المثقفين والمسؤولين العـرب وأنه يتعين اللجوء إلى إعـتماد حلول جذرية من شأنها أن تؤمِّن على المدى المتوسط ( قبل انتصاف القرن الجاري) استرداد الفصحى لرونقها وعـظمتها وإعادتها بكامل حلتها إلى المثقـفين من أبناء هذه الأمة، ومن ثم إلى قطاعات أوسع من العـرب. ومما لاشك فيه أيضا أن حلولا طموحة كثيرة قد اقتُرحت وقـُرِّرت في هذا المضمار دون أن يجري تنفيذ الغالبية العـظمى منها، كما هو الأمر بالنسبة لمعـظم القرارات التي تتخذ في المؤتمرات العربية الرسمية وغير الرسمية، إذ تبقى مُجرد حبر على ورق، لاسيما ما يتعـلق منها بالقرارات المتعـلقة بالثقافة والاعلام. والاجراء الأول الذي أعـتـقـد، حسب تصوري، أنه يتعـيّن تطبيقه دون تأخير هو إصدار القرارات الحكومية في كل الدول العربـية التي تمنع منعاً باتاً -مهما كلف الأمر - طباعة اللغة العـربية بدون تشكيل كلماتها، وهو أمر أصبح في متناول مصانع الحاسوب والمبرمجين سواء على مستوى المطابع الكبرى أم على مستوى الحاسوب الشخصي وهي الأجهزة والبرامج التي تـنـتجها شركات أجنبية لا تهمها لغـتـنا ولا ثقافـتـنا من بعـيد أو قريب. ويتعـين والحالة هذه أن تتخذ الحكومات العـربـية إجراءات تجبر هذه الشركات على احترام لغـتـنا والعـناية بها. وقد واجهت الحكومة الإسبانية منذ سنوات مشكلة شبيهة ولكن على مستوى أجهزة الحاسوب الشخصي، عندما أخذ منتجو هذه الأجهزة من خارج إسبانيا بحذف حرف( نيـيه Ñ) الإسباني من الأجهزة التي يصدرونها الى إسبانيا، رغبة منهم في توفير التكاليف بتوحيد الإنتاج، دون الأخذ بعين الإعـتبار خصوصيات اللغة الإسبانية، وهي القضية التي وصلت إلى أعلى مستويات الدولة وإلى البرلمان، وأثارت ضجة كبرى في وسائل الإعلام الإسبانية. وتمكنت سلطات مدريد في النهاية من حسم هذه القضية مع الشركات الأجنبية المنتجة التي اضطرت الى الرضوخ لمطالب إسبانيا حرصا منها على الإحتفاظ بمبـيعاتها في السوق الإسبانية وأسواق دول أمريكا اللاتينية الناطقة بالإسبانية والتي وقفت بعـض حكوماتها مؤازرة لحكومة مدريد في هذه القضية. أما مشكلتنا فتـتركز في آلات الطباعة الكبرى التي تنتج الكتب والصحف والمجلات وغيرها من المطبوعات . وبالطبع فإن الإجراء المذكور يتعـين أن يبدأ بالكتب المدرسية عبر كافة مراحل الدراسة بما فيها الجامعـية. إضافة الى ذلك فإنه بمقدرة مبرمجي الحاسوب العرب حاليا أن يصمموا أنظمة قادرة على التشكيل التلقائي للكلمات أخذا بعـين الإعتبار مختلف قواعد الصرف والنحو بحيث تُشكّل اللغة بأكملها، وهو ما من شأنه أن يُساعد إلى حد كبـير على صيانة لغـتـنا فلا يُكتب نص إلا وخرج صحيحا دقيقا، طالما أن العـلم وتكنولوجيا البرمجة تسمح لنا بذلك. ولا يتجاوز الإقتراح أعلاه ما يجري تطـبيـقه منذ زمن بعـيد في طباعة القرآن الكريم التي لا يكاد يخلو حرف فيها من التشكيل دون أن تكون هناك حاجة إلى الوصول إلى مثل هذا المستوى الرفيع والمفصّل في التشكيل بل يكفي في النصوص العادية ألاّ يدع التشكيل مجالا لأي لبس بشأن اللفظ الصحيح لكل من كلمات النص . ويتعين أيضا ألا ننسى الكم الهائل من مفردات اللغة العـربية التي سقطت في حيز النسيان نتيجة للتراجع اللغوي الذي نعاني منه وضرورة استرداد نسبة كبيرة من هذه الكلمات إذ أننا بحاجة ماسة لها، لما تنطوي عليه من دقة في التعـبير في معان كثيرة. فاذا تم لنا الغرض الأول وصححنا لسان العرب تجاه لغـتهم الفصحى بتعـرفهم على اللفظ الصحيح لكل فعـل واسم وحرف في نصوصها المطبوعة، تطلعـنا إلى حل المعضلة الثانية التي تواجه الفصحى، أي إلى الخروج بها من البُرج العاجي الذي زُجت به، والتي أمست فيه لغة لا يدركها ويفهمها ويكتبها ويقرأها بشكل صحيح إلا فئة محدودة من مثقـفي وفطاحل المجتمع، لتصبح لغة الأمة بأكملها كما هي الحال في يومنا هذا بالنسبة للغات الإنجليزية والإسبانية والفرنسية، على سبـيل المثال. ويتحتم عـلينا من أجل بلوغ هذا الهدف إزالة الحواجز النفـسية والأسوار الثقافية والإجتماعـية التي تحول في وقـتـنا هذا بين الفصحى واللهجات العامية المتفرعة عن العـربية. ونذكر في هذا المضمار أن لغات أوروبية كالإسبانية والإيطالية والفرنسية لم تكن في يوم من الأيام سوى لهجات متفرعة عن اللغة اللاتينية، إلى أن تم اعتماد هذه اللهجات كلغات مستقلة بحد ذاتها، مما انتهى باللاتينية إلى أن تصبح كما هي عـليه اليوم من لغة شبه ميتة، لولا اعـتمادها لغة رسمية للفاتيكان والكنائس الكاثوليكية في أنحاء العالم، إضافة إلى كونها المنبع الذي تشتق منه المصطلحات والأسماء الجديدة التي تظهر باستمرار في مختلف ميادين العلوم والمعرفة. أما في العالم العربي فلولا القرآن الكريم الذي جمع العرب على لغة عبقرية وعريقة لكانت هذه اللغة قد آلت إلى مصير أسوأ بكثير من مصير اللاتـيـنـية، ولتحولت لهجاتنا المحلية الى لغات رسمية لكل من البلدان العربـية. وتـُعتبر مهمة تحطيم الحواجز والأسوار النفسية والاجتماعية بين الفصحى والعاميات مهمة بالغة الصعـوبة لاسيما إذا تُرك الأمر بـيد هذه الفئة الصغـيرة من علماء اللغة التي سرعان ما ستـنبري في هجوم شرس على اللهجات العامية واصفة إياها – كما تدّعي ظلما وعدوانا منذ سنوات طويلة – بأنها العـدو الأكبر للفصحى، فيتصدون لها تصدياً صلبا لا يُمارسون مثله البـته تجاه اللغات الأجنبية التي تصدِّر لنا مئات الكلمات بشكل يومي ولا تجاه الملايين من المتأمركين والمتفرنسين العرب لغـويا، ممن يشكلون خطرا وتهديدا حقيقيين للفصحى. وما دمنا نستورد من اللغات الأوروبـية – راضين أم مقهورين – مئات من الكلمات مثل سوسيولوجيا وسيكولوجيا وسينما وتلفزيون وراديو وفيديو، والتي نقرأها في مجلاتـنا الثقافية وصحـفـنا ونسمعها عبر وسائل الاعلام، فأي منطق يمكن أن يُبرر هذه الحواجز والأسوار التي تحول دون إثراء الفصحى بكلمات وعبارات نمطية تـنـتـمي أصلا الى العاميات العربـية والتي هي في نهاية المطاف جزءا غاليا وحميما من تراثـنا وحضارتـنا، رغم ما تضمه من كلمات ذات أصول غير عربـية، كالتركية والفرنسية والإنجليزية. ومن المفروغ منه أن اللغات تـتـطور وتتشكل على مدى العـصور وأن هذا التطور والتشكل يأتي من رافدين أساسيين الأول هو الشارع والمجتمع الذي يقرر حال اللغة في كل حـقـبة زمنية، رافداً إياها بالكلمات الجديدة، ومستـثـنيا من الإستخدام كلمات ربما استمر استخدامها لقرون من الزمان قبل ذلك. أما الرافد الثاني فهي العلوم والإكتشافات والإختراعات. فاذا كان هذين الرافدين ممنوعـين تماما ومنذ قرون على الفصحى، اذ أنها غير مُتداولة بين صفوف المجتمع وفي الشارع، ولا هي لغة العلماء والمكتشفـين والمخترعـين في عصرنا هذا، فكيف تستطيع إذن هذه اللغة أن تمارس حياتها فـتـتطور وتتشكل على مر السنين ؟! إن حرمان اللغة من أحد الرافدين المذكورين لا يختلف في الواقع عن قص أحد جناحي الطير فلا يتسنى له الطيران بل التخبط على الأرض . إن الإمتداد الطـبـيعي للفصحى يكمن في اللهجات العامية العـربية التي تشكِّل العـمق الإستراتيجي للغةِ القرآن الكريم. اذن فإن الحل المنطقي والواقعي، الكفيل بوضع نهاية وإلى الأبد لقرون طويلة من الصراع العـقـيم والمفـتعـل، يكمُن في إثراء الفصحى (نعم، إثراءها) بمئات -بل آلاف- الكلمات المنتمية أصلا إلى العاميات، والتي هي (أي الكلمات) ذات أصول وجذور فصحى لا ريب فيها . ومن الأمثلة على هذه الكلمات نجد في اللهجة المصرية الرئيسة ( كده) بمعـنى (هكذا) و ( ده : هذا ) و في الفلسطينية الرئيسة نجد (هادي: هذه) و ( هادا: هذا) وفي الكويتية (يبي : يبغي أي يريد ) و (الريّال: الرجل) وهي أيضا (رجّال) في الفلسطينية و ( راجل) في المصرية، الى آخر ذلك من الكلمات التي تعـد بالآلاف في مختلف اللهجات العربية الرئيسية وغير الرئيسة والتي لا تحيد قيد أنملة عن الفصحى ضاربة بجذورها في عـمق التاريخ اللغـوي العربي. وبهذا الصدد لنلقي نظرة على القاموس الصادر عن المجمع الملكي للغة الاسبانية في مدريد، لنجد أنه يضم الكثير من الكلمات التي لا تنتمي أصلا الى القـشتالية، ولكنها تُستخدم في دول أمريكا اللاتينية الناطقة باللغة الاسبانية كجزء لا يتجزأ من اللغة الدارجة هناك. ولم تحاول السلطات العـلمية والثقافية واللغـوية في إسبانيا في يوم من الأيام أن تصنف هذه الكلمات والعبارات النمطية كلهجات عامية، ولا أن تحتقرها- كما تفعـل السلطات اللغوية عندنا تجاه اللهجات العامية العـربية- بل يجري ضم هذه الكلمات والعبارت إلى القاموس الرسمي للغة القشتالية، مع الإشارة إلى جانب كل كلمة وعبارة منها إلى البلد الذي تُستخدم فيه. إلا أن حركة السياحة الهائلة التي تسجَّل منذ بداية الربع الأخير من القرن العـشرين، إضافة الى انتشار الأغاني عابرة القارات والحدود، وكذلك وتبادل الأفلام السينمائية والمسلسلات التلفزيونية بين إسبانيا ودول أمريكا الاتينية، أدى إلى انتقال الكثير من الكلمات والتعابير الشعبية المستخدمة في أمريكا اللاتينية إلى الشارع الإسباني ومِنه إلى القاموس الإسباني . وهذه الظاهرة تـنطبق بحذافيرها على الحالة العـربية التي نحن بصددها، حيث أصبحت المجتمعات العربية تتبادل الكلمات والتعابير النابعة من لهجاتها المحلية فإذ بها تُستخدم خارج حدودها المحلية وبشكل طبـيعي واعتيادي سواء على مستوى البيت أم الشارع أم في الأغنية والمسلسلات التلفزيونية والأفلام السينمائية. ويجري كل هذا بـمعـزل عن اللغة الفصحى المحرومة من الإستفادة والمشاركة الفعالة في هذه الظاهرة اللغـوية الحيوية والصحيّة. إن العـمل رسميا على دمج مساحات من اللهجات العامية العـربية في العربية الفصحى سيؤدي تدريجيا وخلال القرن الحادي والعشرين – في حالة استمرار تنفيذه بجدية واستمرارية – إلى إذابة نسبة كبيرة من مشكلتيّ ازدواجية وفوضى اللغة في مجتمعاتنا العربـية المتخبطة بين لهجات وفصحى، وإلى تحويل هذه اللهجات المتصلة بالحياة والمجتمع إتصالا حميما، الى روافد جبارة للغة الأم من شأنها أن تعـيد لها العـنفـوان والرونق والهيمنة. - - - - - - - - -
|