Del hijo expatriado a su madre
Saiid Alami
(Traducido del árabe por el autor)
¡Oh, madre!
Fresca brisa,
Cuya fragancia anima mi espíritu,
a enamorarse de la luz,
de los pájaros
y de la sonrisa
Me viene ya el eco de tu voz,
Ahora que ya nos separan las aguas de los mares,
anunciándome que tu desbordante ser
me contienen sus arroyos y nos reúnen
Horas sumidas en la tristeza
cuales madres que perdieron a sus hijos
pasaron desde aquellos besos y aquel abrazo.
Las serpientes del alejamiento de por vida
siguen con su desenfreno
cada vez que zozobran sus balanzas
insuflando su occidental veneno
y lanzando su dragón de fuego
en el firmamento del alma
Pero tu caudaloso ser
materializa nuestro encuentro
como en estos últimos días
¡Qué pena que hayan pasado ya!
días en los que acaricié tus manos,
saciando así mi corazón
evocando que tú eres esa flor
¡y que tú eres aquellos tallos!
¡Como ayer…
hoy estás en la cima!
¡Oh, madre!
¡Oh, mi mismo ser!
¡Tú, antorcha de mi ayer!
quién cuando era niño
me estrechabas contra tus pestañas,
me apretabas contra tu época
para convertirme en todos los días venideros
en una parte de tu rama
y de tus raíces
Así que, estréchame contra tu tronco
ahora que no me queda de vida,
salvo lo que te queda a ti
Dios te dé larga vida,
pues el hijo, después de la madre,
queda cual ramas
cuyas raíces bajo tierra quedaron secas
¡¿Continuo?!
Para seguir narrando
todo lo que hay de pulsos en el corazón!
Y como hay un niño dentro de mi,
cuando te vislumbro a ti, madre.
Y como dentro de mi hay un muchacho,
cuando tú me hablas, madre
Y como dentro de mí hay tanta predilección
cuando tú me abrazas, madre,
Y como dentro de mí surge el pánico
si veo lágrimas en tus ojos, madre.
Y como dentro de mí hay un hombre,
cuando te ausentas, madre
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Día de la madre
2005