Saïd Alami
Texto de mi intervención vía digital en el acto celebrado el 7 de octubre 2024 por el primer aniversario del levantamiento palestino del 7 de octubre 2023, en Gaza, celebrado en la sala Cánovas del Congreso de los Diputados, en Madrid.
Un año ya desde aquel 7 de octubre…un año de continuas matanzas…un año de un interminable genocidio, en realidad iniciado en 1947, meses antes de declarar la implantación del Estado parea e insignificante de Israel, autor de incontables crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, que en estos doce meses superó a sí mismo en atrocidad, hasta hacer que la mayor parte de la humanidad no tengan la más mínimo duda acerca de quiénes son en realidad los BESTIAS…Bestias inhumanas… y así lo corroboran día tras día, desde hace 12 meses, las multimillonarias manifestaciones que recurren las calles de las ciudades estadounidenses y europea, donde las grandes potencias, y las que son menos potencias, no se atreven a mover un dedo para parar la locura de la bestia, aplastados como están por el poder de la Organización Sionista Mundial, fundada en 1897 por el húngaro-austriaco, Teodoro Hertzel y el bielorruso, Chaim Weizmann.
Una aberración convertida en normalidad que rige el imperio
Hemos visto como, desde el inicio del genocidio de Gaza, ha quedado
demostrado, en decenas de ocasiones, el total desprecio que recibe Joe
Biden de parte de Netanyahu, a pesar de que Israel depende en un 80 por
ciento de los cazabombarderos y bombas gigantescas estadounidenses
para cometer sus crímenes y atrocidades contra el pueblo palestino.
¿Cómo puede ser eso? ¿Cómo se puede explicar, si además, y al mismo
tiempo, estamos presenciando como los dos candidatos a la presidencia de
EEUU, Trump y Kamala, compiten en numerosas declaraciones en
demostrar quien de ellos apoya más incondicionalmente a Israel? Y lo
mismo hacían todos y cada uno de los presidentes estadounidenses que les
precedieron desde la pasada década de los 50.
No puede haber más que una explicación a esta aberración: un minúsculo
país dominando al imperio más importante del mundo, y es la esa entidad
oculta que domina todos y cada uno de los resortes de la vida política y
económica de esa gigantesca potencia: dícese la OSM, presidido desde el
2020 por Yaakov Hagoel. Decir OSM es decir el estado de Israel, habiendo
varios presidentes de esta organización que también ocuparon el cargo de
presidente o primer ministro del estado sionista, como es el caso del mismo
Chaim Weizmann, Isaac Herzog y David Ben Gurion.
Ambos, OSM e Israel, actúan muy activamente en EEUU por medio del
muy temido, American Israel Public Affairs Committee (AIPAC), o sea,
Comité Americano Israelí de Asuntos Públicos, de mano del cual llegan a
la Casa Blanca los sucesivos presidentes, una cuestión de lo más absurdo,
tratándose de una agencia política que reconoce, sin rodeos, que existe
para defender los intereses de Israel. Tan escandaloso es el caso, que los
estamentos político e informativo en EEUU señalan al AIPAC, con toda
normalidad, como la clave para poder llegar a presidente.
Las matanzas, el genocidio, llevado a cabo en Gaza en los últimos meses,
con cazabombarderos y gigantescas bombas, regaladas a Israel por
EEUU, fueron posibles gracias, en gran parte, a las presiones ejercidas en
Washington por del AIPAC, que precisamente fue fundado en 1954, con el
fin de justificar ante la Administración y los círculos políticos
estadounidenses, el asesinato, meses antes, de 69 civiles palestinos, de los
cuales 45 eran mujeres, en la masacre de Qibya, una localidad palestina de
Cisjordania, perpetrada por una unidad del ejército israelí encabezada
por Ariel Sharon, convertido años más tarde en primer ministro.
Matanzas e Intifadas
La matanza de Qibya fue una de entre decenas de matanzas, y miles de
asesinatos, que sistemáticamente llevaba a cabo el ejército israelí contra la
población palestina, sea en Cisjordania o en Gaza, que provocaron la
primera Intifada palestina contra la ocupación, de 1987-1990, la segunda
Intifada del año 2000 (la Intifada de Alaqsa), y la gran Intifada armada
del 7 de octubre del año pasado, que fue en represalia a 75 años de
continuas vejaciones, usurpación territorial, destrucción de viviendas de
palestinos, profanación continuada de la explanada de las mezquitas, en
Jerusalén, detención arbitraria de decenas de miles de palestinos,
incluidas mujeres y niños, asesinatos a sangre fría en plena calle cometidos
con regularidad por policías, soldados, y colonos israelíes, demostrados y
documentados en cientos de vídeos que dieron la vuelta al mundo.
Así estalló el 7 de octubre palestino desde Gaza, para decirle a Israel y al
mundo entero, tan pasivo y tan permisivo con Israel, ¡BASTA YA!
La mayor parte de los pueblos del mundo llevan un año manifestándose
masivamente, especialmente en Occidente, en contra de Israel, y en apoyo
del pueblo palestino.
El mundo ya no es el mismo que era hace un año, cuando la causa del
pueblo palestino, la usurpación de su patria, de sus derechos más
elementales, incluso el derecho a la vida, habían caído en el olvido, tanto
en Occidente como en el mundo árabe, regido en su mayor parte por
regímenes sumisos a los regímenes de Estados Unidos, el Reino Unido y
Francia, que a su vez están sometidos al sionismo.
El 7 de octubre seguirá cambiando el mundo, hasta que sean reconocidos y
materializados plena y firmemente los derechos inalienables del pueblo
palestino.
El 7 de octubre demostró al mundo la falacia y falso halo de grandeza que
la prensa occidental, netamente sionista, había conferido a este estado
fantoche llamado, Israel, que desde el siguiente día al 7 de octubre ya
recibía el apoyo de decenas de barcos de guerra y puentes aéreos de ayuda
militar sin límite desde Estados Unidos y las potencias europeas, sin cuya
ayuda, y la de los regímenes árabes, hubiera sucumbido ante la
Resistencia Palestina, que lleva un año entero luchando sin recibir ayuda
de ninguna parte, y está derrotando sobre el terreno, día a día, al
ocupante, invasor y colonialista estado de Israel, que hasta el momento no
pudo alcanzar un solo objetivo de los que anunció el 8 de octubre pasado.
Eso sí, el ejército israelí, que desde su vergonzosa derrota en la batalla de
Al Karama, en Jordania, en 1968, no ha vuelto a ganar una sola batalla, se
dedica de lleno al genocidio de la población civil, con decenas de miles de
niños asesinados, y a la destrucción de ciudades enteras. Es un ejército que
no sirve para otra cosa, por muy que lo infle la prensa occidental, vendida
al capital sionista.
Finalmente decirle al estado de Israel, que quienes urdieron la
conspiración gigantesca de implantarlo donde NO le correspondía, se
equivocaron de tierra y de pueblo, como viene demostrando el pueblo
palestino, que nunca dejó de luchar por recuperar su patria.
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